“Para mí fue un padre”, Juan Hernández despide a Leo Beenhakker

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El fútbol mexicano está de luto. Este jueves 10 de abril del 2025, a los 82 años de edad, falleció en los Países Bajos el entrenador Leo Beenhakker. Figura histórica del balompié mundial, su legado trascendió fronteras y se incrustó en la memoria del fútbol mexicano. Dirigió al Club América en dos etapas y también pasó por las filas de Chivas, pero fue la temporada 1994-95 con las Águilas la que marcó una era inolvidable.

Juan Hernández, exfutbolista de aquel equipo espectacular, conversó con Claro Sports para recordar al técnico que no solo lo formó como jugador, sino que también le cambió la vida como persona.

Un guía cercano: “Siempre me orientó, siempre me ayudó”

Para Juan, Leo no fue solo un entrenador. Fue alguien que dejó huella fuera de las canchas. “Siempre me orientó, siempre me ayudó, dentro y fuera del entrenamiento, porque salíamos del entrenamiento y me metía ahí al vestidor a platicar con él y siempre amablemente me orientaba y me decía qué es lo que yo tenía que hacer y lo que tenía que desarrollar dentro del terreno del juego y para apoyar al equipo.”

En la charla para Claro Sports, Juan recuerda una anécdota muy personal: “Me habló un periodista y le platiqué una anécdota que tuve con él… cuando fue a Holanda le pidió unos zapatos especiales para mí para que yo jugara con ellos”.

La relación iba más allá del rigor táctico. Leo escuchaba, aconsejaba y se preocupaba por el bienestar de sus jugadores. “Era una gran persona”, dice con voz emocionada.

Un innovador exigente y flexible

Beenhakker impuso una nueva forma de entrenar en México, con métodos europeos que sorprendieron a los jugadores.

Yo creo que vino a imponer un estilo de metodología de trabajo porque fue cuando empezaron a hacerse los espacios reducidos, ahora llamados rondos, fueron las primeras veces que yo entrené de esa manera y lo asimilé muy bien porque yo quería aprender, quería estudiar.”

Pero no era solo innovación: también era exigencia y empatía.

Era muy exigente, también era flexible, hablaba contigo… si tú lo escuchabas, siempre estaba ahí para poderte dar un consejo.”

Juan Hernández despide a Leo Beenhakker. | Neal Simpson/EMPICS via Getty Images
Juan Hernández despide a Leo Beenhakker. | Neal Simpson/EMPICS via Getty Images

Leo combinaba lo mejor de dos mundos: la disciplina europea con la calidez humana. Para muchos, como “Che Che”, esa combinación fue transformadora.

El América 94-95: “Una gran familia”

El legado de Beenhakker en el fútbol mexicano se cristaliza en la temporada 1994-95 del América. Un equipo ofensivo, espectacular, recordado con nostalgia por toda una generación.

“Ese equipo jugaba muy ofensivo, muy vistoso… se divertía. Si teníamos que tirar una pared, un taquito, un sombrerito… lo hacíamos porque eso era parte de la confianza que te daba un entrenador. Leo era así.”

Juan destaca la libertad con responsabilidad que les otorgaba el técnico: “Nos decía que hiciéramos lo que normalmente el fútbol en ese momento te decía que era la jugada que se iba a desarrollar. Si querías hacer un túnel, no lo ibas a hacer en el área nuestra, sino de media cancha hacia adelante.”

Y cuando llegaba el partido, el equipo ya sabía qué hacer: “No necesitabas una charla táctica previa… ya sabías lo que tenías que hacer.

Con figuras como Cuauhtémoc, Zague, Kalusha, Del Olmo y Villegas, el América de Leo era una máquina: “Hacíamos hasta ocho goles. Una vez el portero del Morelia nos dijo que habíamos tenido suerte, que le metimos siete… fuimos allá al Venustiano Carranza y le metimos seis. No era tanta suerte, era el trabajo y el esfuerzo de cada uno.”

Un legado que va más allá del fútbol

Más allá de títulos o goles, lo que Beenhakker dejó fue una forma de entender el fútbol… y la vida.

Siempre nos decía que nos teníamos que cuidar, que teníamos que trabajar en equipo, que teníamos que respetar al rival. Era un tipo muy respetuoso, muy trabajador, muy honesto.”

Su capacidad de transmitir conceptos y dar confianza marcó a muchos. Juan lo resume así: “Con sus conceptos tácticos se me facilitó mucho más… desafortunadamente fue casi a la mitad de mi carrera. Si hubiera sido al inicio, yo creo que hubiese tenido la oportunidad de ir a Europa”.

“Para mí fue un padre de familia”

Al final, la voz de Juan Hernández se quiebra, pero también se fortalece. Habla con la gratitud de quien fue formado por un verdadero maestro.

Para mí fue un padre de familia… siempre que platicaba, siempre tenía el tiempo suficiente para poderme orientar y para poderme guiar. Y eso me dio mucha tranquilidad para desarrollarme dentro de un terreno de juego.”

Hoy, el fútbol no solo pierde a un entrenador, sino a un hombre que supo dejar huella en cada mirada, en cada charla, en cada partido. Leo Beenhakker no fue sólo estrategia, no fue sólo ofensiva y espectáculo: fue humanidad, fue enseñanza, fue familia.

En cada pase preciso, en cada sonrisa de sus jugadores, en cada estadio donde su equipo brilló, seguirá vivo su legado. Porque hombres como Leo no se van del todo. Se quedan en la memoria de quienes los conocieron, en los sueños que ayudaron a construir, y en el alma del juego que tanto amaron.

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